domingo, 8 de junio de 2008


Un dia cualquiera...

Abre los ojos, mira a su alrededor, pega un salto de la cama y en menos de cuarenta segundos programa sus nuevas andanzas por la ciudad. Ya que cada día para Mario Matraña es un nuevo empezar lleno de cosas nuevas a enfrentar. Siempre preocupado y alerta de todo lo que pasa a su entorno- porque en la vida de Mario no pasa un sólo minuto en el que no sienta un purgante delirio de persecución- se pone su clásica jardinera y sale de su casa dispuesto a vender todo lo que encuentre en su camino.. Santiago lo recibe con calles desoladas, una fresca brisa matutina y las micros del Transantiago vacías esperando a pasajeros para llevar. - Wena Marito Matraña, en que andai ahora. - Escucha gritar al vecino que ya se ha transformado en un constante comprador. Y si bien el verdadero nombre de Marito es otro, lo bautizaron así por el paradójico parecido que existe entre él y Súper Mario Bross. Un extraño y difuso parecido ya que Marito Matraña en vez de acumular estrellas mágicas y buscar callampas que le den vidas, acumula miedo y amenazas, busca compradores y victimas que se rindan a sus pertenencias… en lugar de enfrentar dragones que lanzan bolas de fuego se enfrenta constante, secreta e inteligentemente con la ley. Sus manipulaciones comienzan a las 8:00 de la mañana. Siempre serio y acompañado de su infaltable cigarro, inicia su recorrido por los puntos más transitados de la ciudad. Y aunque suele no hablar mucho y ser un hombre de pocos amigos, Marito define su pega como la de cualquier comerciante de la calle. Solo que en vez de vende calugones pelayos o súper ocho a $100, vende ilusiones, alegrías, falsas percepciones, risas, angustias y una que otra rehabilitación. Viviendo perpetua y eternamente de la mano con la ilegalidad.




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